El trastorno de personalidad narcisista es un fenómeno muy presente en nuestra sociedad actual. Vivimos en una época en la que el éxito está muy valorado, por lo que a veces es difícil identificar rasgos narcisistas, y diferenciarlos de una sana búsqueda de éxito. Desde el Psicoanálisis se han identificado dos tipos de personalidades narcisistas:
Primero se encuentra el conocido narcisista grandioso, el que se muestra como una persona altanera y que se endiosa a sí mismo, despreciando al mismo tiempo a quienes no le entregan la admiración que él busca insaciablemente. Además se caracterizan por explotar a los demás para lograr sus propios objetivos. Este tipo de narcisismo fue ampliamente estudiado por Otto Kernberg: lo describió como una configuración patológica de la personalidad.
Por otro lado, se encuentra el narcisista de más “bajo perfil”, el cual no se observa como alguien déspota, pero igualmente sufre en silencio. Se caracteriza por estar muy atento a las críticas “ocultas” en las palabras de los demás. Son personas que se ofenden con mucha facilidad y se sienten constantemente juzgadas y/o criticadas, además de evaluadas negativamente por otros. Esta forma de narcisismo fue muy estudiada por Heinz Kohut: planteó que el narcisismo aparece debido a que el sujeto no recibió el apoyo emocional que necesitaba durante su desarrollo psíquico.
Ambas formas de narcisismo presentan una baja autoestima, a pesar de que en el primer caso existe una fachada grandiosa que esconde o disfraza la verdadera fragilidad del Yo. Además, en ambos casos falla la capacidad para empatizar con otros. A estos pacientes les resulta muy difícil poder visualizar a otras personas, es decir, ver más allá de sus narices. Por esto es que generan mucho sufrimiento a su entorno cercano. Por lo general, son personas que no buscan ayuda. Consultan de manera excepcional cuando están profundamente deprimidos, al no poder cumplir con las altísimas expectativas que se imponen a sí mismos.